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La autoría del siguiente contenido pertenece a: Enfermera virtual. Barcelona: Col·legi Oficial d'Infermeres i Infermers de Barcelona; 2015 [acceso 5 de enero de 2015]. Disponible en: enlace.

Se habla de fase de remisión cuando no hay actividad de la enfermedad.

Después de la fase activa de la enfermedad, en que se han seguido las pautas dietéticas en función del tipo de brote, llega el momento de diversificar la dieta manteniendo las pautas anteriores pero introduciendo nuevos alimentos.

El objetivo de esta dieta es acabar de conseguir un correcto estado nutricional, aumentar el contenido en nutrientes, lo que hasta ahora no era posible en las cantidades necesarias a través de la alimentación, e intentar mantener el buen estado del intestino el máximo tiempo posible.

Indicaciones

La dieta en fase de remisión está indicada después de haber superado la fase activa de la enfermedad.

Características de la dieta

La dieta que deben seguir las personas en fase de remisión tiene que ser saludable y equilibrada, pero habrá que observar si toleran bien los alimentos de los apartados Alimentos que hay que evitar o consumir de manera controlada, y, por el contrario, aumentar el consumo de los alimentos beneficiosos para el buen estado del intestino, que se encuentran en el apartado Alimentos que se deben consumir más.

1. Alimentos que hay que evitar o consumir de manera controlada porque irritan el intestino
    • Las espinacas, las naranjas y alimentos grasos como los embutidos hacen segregar bilis, que es muy irritante para el intestino.
    • El alcohol, el café (incluido el descafeinado) y los picantes.
    • Alimentos cocinados a altas temperaturas. Por ejemplo, en planchas o hornos. Los alimentos quemados o demasiado tostados pueden ser irritantes para el intestino.
    • Alimentos como los embutidos, las carnes grasas y la mantequilla tienen un efecto proinflamatorio a causa de sus grasas saturadas.
    • Alimentos flatulentos como las coles, las alcachofas, los cereales integrales o las bebidas con gas pueden provocar un exceso de gases intestinales y dar molestias.
    • Alimentos con edulcorantes como el sorbitol –por ejemplo bebidas, caramelos y chicles– pueden provocar diarreas si se consumen en altas dosis.
    • Alimentos con lactosa, como la leche. En algunos casos, si el tubo digestivo ha quedado dañado por la enfermedad, la lactosa puede provocar diarreas y gases porque el intestino no es capaz de digerirla.
2. Alimentos que se deben consumir más
    • Alimentos ricos en proteínas de fácil digestión como el pescado blanco (bacalao, merluza o lenguado) y las carnes blancas (conejo, pavo y pollo).
    • Alimentos ricos en betacarotenos como la zanahoria, la papaya o el mango, que son protectores del tubo digestivo.
    • Alimentos que aumentan las defensas del cuerpo, como el aceite de oliva, el germen de trigo y el aguacate, ricos en vitamina E; las fresas y el pimiento crudo, ricosen vitamina C; la calabaza y el calabacín, con un alto contenido de betacarotenos; el ajo, la cebolla y las setas, ricos en selenio, y los huevos y el marisco, ricos en cinc.
    • El aceite de oliva virgen de baja graduación, tanto para cocinar como para aderezar, por sus propiedades antiinflamatorias, cicatrizantes y antioxidantes.
    • Alimentos con efecto antiinflamatorio como el pescado azul o las nueces, ricas en omega 3.
    • Alimentos que ayudan a mantener el intestino en buen estado, como los yogures y el postre de soja enriquecido con bacterias lácticas.
    • Alimentos ricos en flavonoides como la quercetina (antioxidante), como la cebolla, la manzana, el brécol, la uva y la col lombarda. Su efecto antioxidante y antiinflamatorio parece que puede ayudar en la recuperación del tejido del colon dañado.
Ligeramente hiperproteica e hipercalórica

De este modo se consigue un buen estado nutricional y se evitan carencias. Se deberán hacer 3 comidas principales, que incluyan alimentos ricos en proteínas como la carne, el pescado o los huevos. Y dos ingestas más, una a media mañana y otra a media tarde, para asegurar la dosis de calorías y nutrientes que el organismo necesita.

Antiinflamatoria.

Las EII se caracterizan por la inflamación del tubo digestivo. Por consiguiente, hay que comer menos alimentos ricos en grasas saturadas (carnes grasas, bollería, embutidos, lácteos enteros o mantequilla) ácidos grasos trans (bollería, platos preparados, pastelería, galletas y precocinados, entre otros) y ácido araquidónico (lácteos enteros, carnes grasas o embutidos) con efecto proinflamatorio sobre el organismo y aumentar el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, como el pescado azul, las nueces y las verduras de color verde intenso.

Específica para la recuperación del intestino.

En las EII que provocan una alteración del tubo digestivo, habrá que potenciar los alimentos ricos en betacarotenos (zanahoria, calabaza y calabacín, entre otros), zinc (marisco, pescado y carne), flavonoides (frutas, verduras, te y soja) y probióticos (yogur) para ayudar a recuperar el buen estado del intestino.

En general tomar como guía un ejemplo de menú específico en la fase de remisión puede ayudar a organizar la dieta.